Un triunfo necesario e imprescindible, pero que no disipa las dudas

Foto:Archivo.Captura web Walter Ribonetto

Columna de opinión del periodista invitado: Javier Flores de Mundo D

“Si perdíamos con Riestra, nos quedábamos afuera de todo. Tengo un grupo que me defiende adentro de la cancha”, le dijo este viernes en una entrevista a Mundo D el entrenador de Talleres, Walter Ribonetto.
Más que una declaración periodística, su expresión sonó más a confesión, a muestra de alivio, a reconocimiento de una situación que lo afectaba no sólo a él, sino también a un plantel que vienes haciendo méritos futbolísticos para no estar afuera de los cuatro primeros de su zona que pasarán a la próxima fase de la Copa de la liga, pero con desequilibrios que le impiden salir de la zona de riesgo.
Antes de ese partido, la tabla lo mostraba con 12 puntos, a cinco de Independiente (17), el que ocupa el cuarto y último escalón que depositará a su ocupante en la instancia siguiente del campeonato. A cinco fechas –sólo 15 puntos- del cierre de la primera fase, el riesgo de quedarse afuera era concreto en el caso de que la “T” cayera con el rústico equipo que dirige “el Ogro” Fabbiani, en una cancha impresentable e indigna de la Primera División del fútbol argentino.
Sin embargo, de eso no se hablaba en Talleres, como tratando de escaparle a las mufas, a lo que no podía ni debía suceder, en razón del plantel jerarquizado del que dispone Ribonetto, uno de los más ricos en lo futbolístico, con variantes y soluciones para afrontar las cuatro competencias que le quedan en el año.
Por suerte el equipo ganó, se fue a 15 puntos y si este domingo le gana a Atlético Tucumán, se meterá en el lote de esos cuatro equipos privilegiados.
Pero a no equivocarse. Haber logrado volver a tener el arco en cero por primera vez en el campeonato y que no le hayan convertido al principio de cada partido, no es sinónimo de que los males de desequilibrio del equipo haya desaparecido. Ni que no pueda volver a caer en esa incómoda situación, en un torneo en el que cada partido es una batalla, en un fútbol muy parejo y en el que los detalles mínimo sy errores definen los encuentros.
Ribonetto respiró aliviado cuando pasaron 10 minutos del primer tiempo y a su equipo no le habían convertido, y más aún cuando a los 17m Ramón Sosa conviritió el penal del triunfo por entonces transitorio. Pero después su equipo volvió a pasar zozobras en su bloque defensivo y de no ser por las atajadas de Guido Herrera y la precariedad en ataque de un rival rústico, que lo complicó con sólo meterle el pecho, ensuciar, pegar de más y friccionarle el juego.
De nuevo la falta de equilibrio de un equipo goleador, capaz de pintarle la cara al más mentado cuando ataca, pero de hundirse como el Titanic cuando lo prepean y con muy poco, con un ataque vertical y de pelotazos largos, como el que le propuso “el Malevo”.
En el segundo tiempo, en un contexto adverso por un rival incómodo y un campo de juego con pasto alto y seco, Talleres tuvo que defenderse con cinco hombres para que una expresión tan pobre en lo futbolístico no le robara un triunfo que sin dudas mereció. Pero terminó sufriendo de nuevo en forma exasperante, hasta el último minuto del partido, teniendo jugadores y calidad futbolística de sobra para no concluir así.

Ganar, lo más importante

Ganar fue lo más importante para Ribonetto y sus jugadores, porque nadie puede dudar de que en el torneo de los méritos su equipo tendría que haber estado siempre entre los cuatro privilegiados. Pero la realidad de la tabla muestra otra cosa.
A tal punto que está obligado a ganarle a Atlético este domingo para meterse decididamente en la lucha y no volver a caer en zona de riesgo. Hoy todo es ilusión, pero el propio “Tino” sabía que su continuidad hubiera estado jaqueada si no llegaba ese triunfo. Sigue siendo un técnico novato, muy preparado y capacitado por cierto, con una rica experiencia como ayudante de Diego Davobe y en la reserva albiazul, pero que está haciendo camino al andar en la Primera División.
Por suerte, tiene un gran grupo humano y futbolístico que lo defiende en la cancha, tal como aseguró en esa entrevista con Mundo D. Pero no debe confiarse. Pasar a la próxima fase del torneo hoy es tan importante como hacer un buen papel en la Copa Libertadores. Es un objetivo importante para la institución y para el propio presidente del club, Andrés Fassi, quien no quiere repetir experiencias pasadas de rifar los torneos locales, los que aseguran la clasificación a copas internacionales.
Y como tampoco nadie puede asegurar cómo le irá a la “T” en la Fase de Grupos de la Libertadores, que será sorteada la semana próxima y cuando conozca a sus rivales, más vale, como dice el refrán, “pájaro en mano que cien volando”.
Clasificar a la próxima instancia del torneo doméstico no es una opción hoy: es una obligación para un plantel al que le sobran virtudes, jugadores, está bien en lo grupal y que no pasa ningún tipo de necesidad. Pero, que a la vez, con semejante falta de equilibrio, camina siempre al borde de la cornisa.
Ganarle a Atlético Tucumán será tan importante para Ribonetto como ese partido con Riestra, en el que terminó salvando la ropa con un resultado necesario y que no podía demorar más, pero que no terminó de disipar todo lo que este equipo debe compensarse para plantearse como un candidato serio a ganar el título que todo el Mundo Talleres le reclama