El riesgo para Gandolfi de obstinarse con la suya

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Columna de opinión

Javier Flores: Periodista invitado de Mundo D.

Todo pasa en forma tan veloz para Talleres que casi sin tiempo para asimilar la caída contra River 1-0 de este domingo, en el Monumental, ya tiene que enfocarse de lleno en un partido decisivo para el equipo de Javier Gandolfi y para el propio entrenador.
Se viene Boca este domingo, en Mendoza, por los cuartos de final de la Copa Argentina, un torneo en el que la “T” llegó a la final en sus dos últimas ediciones, contra Boca y Patronato, respectivamente, que no pudo ganar y que se le presenta como el camino más corto para llegar a la Copa Libertadores 2024. Y que, a la vez, es una frustración, objeto de deseo y una asignatura pendiente el Albiazul.
El equipo llegará a esa final anticipada envuelto en una realidad evidente y palmaria: mantiene lo trazos generales de una propuesta futbolística que le hizo ganar el respeto de todos, pero ya no es el equipo que fue en la Liga Profesional pasada.
No impone su juego como lo hacía, no ha podido reemplazar del mismo modo a los jugadores importante que se le fuerons, juega de a ratos a lo que sabe pero no puede sostenerlo por mucho tiempo, le falta continuidad en la elaboración de juego, no encuentra el referente de área que necesita para recuperar efectividad en el área rival y tampoco lo acompaña esa dosis de “liga” que siempre es necesaria en el fútbol.
Y si bien el fútbol, al menos para quien esto escribe, no debe evaluarse a partir de los resultados, tampoco los números le sonríen. En los últimos seis partidos en la Copa de la Liga, de 18 puntos sólo ha conseguido cinco. Y la consecuencia es que el equipo hoy está afuera del lote de los cuatros que clasifican a la fase final del torneo.
Es cierto que a sólo dos puntos del cuarto –Colón, con 13 puntos y el Matador tiene 11- y que un triunfo lo reacomoda con la misma facilidad que una caída lo baja, pero la matemática no miente ni puede simular que las cosas no están saliendo como se esperaba.
El partido contra River fue una prueba manifiesta de esa irregularidad. Talleres hizo figura a Franco Armani y creó, en particular después de los 15 minutos del primer tiempo y en una buena parte del segundo, situaciones de gol como para no volverse con las manos vacías del Monumental.
Pero no fue el protagonista del juego que se aguardaba y el partido se jugó al ritmo que quiso River. Hizo todo lo bueno y lo malo del partido y a partir de corroborar en la cancha que el Matador insinuaba más de lo que concretaba.
Sin imponer esa intensidad demoledora que le quemaba los talones a sus rivales, pasando rápidamente de un equipo corto que acortaba espacios a uno largo que los ofrecía y permitiéndole al equipo de Martín Demichelis cambiar sobre la marcha y dándole rédito.
Al DT de River no se le cayeron las medias para en su propia cancha meter una línea de cinco atrás para mantener la mínima ventaja en la parte final del juego. Y si bien lo siguió buscando siempre fiel a sus formas, se volvió a revelar impotente y falto de ideas para torcer el rumbo del juego. Aún con Rodrigo Garro, la fuente generador de fútbol del Matador, volviendo a ser importante y cerca de lo que puede dar su talento y pegada.

Cuidado con lo que se viene

Andrés Fassi lo está dejando hacer a Gandolfi, un entrenador joven que él preparó, confió, estimuló y promovió al frente del plantel. Pero “Cobija”, aún siendo conteste con él de que el presidente albiazul arma los planteles y el entrenador de turno los entrena y administra, no deja de esta siendo medido día a día y partido a partido por un tipo que sabe mucho de fútbol, olfatea climas internos y cuando tenga que meter la cuchara, lo hará.

Para muestra basta un botón: sigue manteniendo como referencia de área a Valentín Depietri, pero ya son tres los partidos seguidos que, aunque el exFortaleza le de una mano y aporte otras soluciones, el equipo carece de gol y efectividad arriba. Y según el entrenador, no están para jugar 90 minutos Nahuel Bustos y David Romero, cuando entró Bruno Barticciotto lo hizo más como segundo punta y Tomás Molina “está pintado”, al punto que en los últimos dos partidos no fue convocado.

Gandolfi deberá evaluar bien si le conviene seguir “muriendo” obstinadamente con la suya o pegar algún volantazo

que el equipo necesita imprescindiblemente, en las distintas líneas del equipo. Él está en el día a día, observa cómo está cada jugador y si llega a ese “ciento por ciento” que requiere para ser titular en este equipo.
Pero ¡ojo!…. su muñeca para administrar situaciones y cambiar a tiempo está siendo puesta a prueba, aunque Fassi no lo ponga entre la espada y la pared y, al menos desde el discurso y las actitudes del máximo dirigente albiazul, tenga “banca” de sobra.
Cuidado con lo que pueda pasar en el partido contra Boca por la Copa Argentina. Ahora este torneo le importa al presidente del club como nunca antes en lo que va de su gestión al frente de la institución. Quedar afuera en los cuartos no es lo mismo que en una final de la Copa y de no pasar se esfumará otra chane entrar a la máxima competencia Conmebol.
Y el rival es Boca, con todas sus irregularidades e inconsistencias, pero es Boca. Entró a a la final de la presente Libertadores y si el partido se define por penales, en el arco lo tiene a “Chiquito “ Romero, el mejor atajador de penales del fútbol argentino. Partidos son partidos, pero como estos serán muchos los condimentos que tendrá ese duelo.
El equipo por ahora sigue entrando por la tabla anual a la Libertadores 2024, pero si sigue resignando puntos en la Copa de la Liga y va perdiendo la línea futbolística, la consecución de ese, el principal objetivo institucional y grupal de Talleres, puede entrar en zona de riesgo.
Y eso sí que Fassi, principal y último responsable de todo lo que pasen el club, con sus aciertos y errores, no puede permitírselo, después de tener que haberla visto este año por televisión y haber perdido de recaudar un montaña de dólares.