Sin margen para más excusas

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Columna de opinión de nuestro periodista invitado  Javier Flores de Mundo D

La eliminación de Talleres en los cuartos de final de la Copa Argentina contra Boca en los penales no sólo lo excluyó del modo más corto de entrar a la Copa Libertadores 2024, su máximo objetivo para esta temporada. Derivó también, por la forma futbolística en que sucedió, en un mazazo que repercutió puertas adentro y que pone a la “T” frente la imperiosa necesidad de recuperarse rápidamente en el torneo doméstico, la Copa de la Liga.
Cuando este viernes reciba en el Kempes a Arsenal, último en la tabla anual y casi descendido, su entrenador, Javier Gandolfi, y sus jugadores, volverán a estar frente a un partido crucial, como aquel de la sexta fecha contra Barracas Central, que la “T” terminó goleando 4-0, pero al que llegó galgueando, después de dos caídas y un empate, y con una caída profunda en su rendimiento futbolístico, que es lo que más preocupa.
Mucho más que la eliminación del pasado domingo, que podía suceder por tratarse de la importancia del rival y en virtud de los atenuantes al que llegó al duelo contra Boca, como las ausencias de dos jugadores claves para el funcionamiento del equipo -Ramón Sosa y Matías Catalán- y un primer relevo de importancia, como Matías Galarza.
Ni tampoco tiene demasiado sentido seguir lamentándose por los penales que tiraron por arriba del travesaño Gastón Benavídez y Nahuel Bustos en la serie definitoria. También son cosas que pueden pasar y forman parte de las contingencias del fútbol y de esas instancias de definición tan especiales en las que todo puede pasar.
El entrenador albiazul es consciente de que vuelve a estar, como contra el Guapo, frente a un partido “bisagra”, tal como el DT admitió en la conferencia de prensa posterior, una vez plasmada la goleada. No había margen: o su equipo reaccionaba, volvía a mostrar sus formas futbolísticas y ganaba, o su continuidad hubiera quedado en zona de riesgo. “A confesión de parte, relevo de pruebas”, como afirman los abogados.
No son datos menores que el Matador llegue a este partido en el octavo puesto, fuera de los cuatro que pasarán, después de la próxima cinco fechas, a la etapa final del torneo. En fin y al cabo, están todos tan apretados en el puntaje que un triunfo lo meterá de nuevo en ese cuarteto privilegiado o lo dejará “ahí”, de acuerdo a los resultados ajenos.
Pero aún así, también hay que resaltar que los números son un reflejo de lo que el equipo muestra en la cancha: de los últimos seis partidos, sólo ganó uno, precisamente frente a Barracas, perdió tres y empató dos.

Recuperar el ADN

Frente a Boca, al margen de las ausencias, Talleres hizo casi todo mal. Le cedió el protagonismo a Boca, careció de juego sostenido, equivocó el planteo, volvió a fallar en la definición, perdió intensidad, extravió los caminos para vencer a “Chiquito” Romero y sólo en el primer cuarto de hora se pareció al equipo que fue en el torneo pasado.
Y para colmo, Gandolfi, en unas declaraciones que aún cuesta entender, salvo que la interpretación periodística haya sido equivocada, le echó más leña al fuego.

“La Copa Argentina es importante, pero para respetarla hay que jugarla con todos los jugadores. Cuando te faltan tres o cuatro, seguramente vas a estar en desventaja. Los jugadores que ingresaron fue más de lo mismo; no nos dieron las soluciones que uno busca desde el banco. Es una realidad. Hay jugadores que van teniendo sus primeros minutos. Seguimos en buscar el equipo que este último tiempo nos costó, más que nada en la finalización, porque tenemos el volumen de juego por partido. En la definición, estamos en falta”, dijo “Cobija”

Y reiteró aquello de que “al equipo le volvió a faltar esa fineza para definir”, una expresión que de tan repetida en su boca después de los partidos comienza a perder eficacia como justificativo. Gandolfi es el responsable último de encontrar soluciones si, por cualquier motivo, le faltan jugadores.
En un plantel joven que, es cierto y se sabe, no armó él, y que no tiene reemplazos de la misma jerarquía para los que se fueron (Diego Valoyes y Michael Santos, los principales), pero al que debe “bancar” contra viento y marea y sacarle jugo, porque fue el que aceptó dirigir.

Contra Arsenal, su equipo tiene que volver a ser, recuperar las formas, mostrar ese ADN futbolístico que lo llevó a pelear el título en el torneo pasado y “bancarlo” con un rendimiento acorde a lo que se espera de la “T”.
Estará, nuevamente, frente a otro partido “bisagra” y sin más margen para excusas. Tampoco estarán Sosa ni Catalán, ahora por lesiones tras la fecha de eliminatorias, pero ya ni eso servirá como excusa.
Es tiempo de que todo lo que charló esta semana con sus jugadores para corregir después del pasado domingo –a las que se sumó también un hasta ahora un “incondicional” presidente Andrés Fassi- se plasme en respuestas en la cancha. Y de que sus dirigidos lo apoyen efectivamente desde el juego, más allá de las apelaciones discursivas hacia la importancia de un grupo sano y comprometido, que está y debe ser su mayor punto de apoyo.