Un presente contradictorio, los impulsos de Gandolfi y una internacionalidad que no alcanza

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Columna de opinión, periodista invitado: Javier Flores (Mundo D)

El desconcertante presente futbolístico de Talleres lo lleva a una situación contradictoria. Tras la derrota de este miércoles en Tucumán contra Atlético 1 a 0, se pronunció su caída en la tabla de la Zona A de la Copa de la Liga, que ahora lo encuentra más que complicado para su intención de clasificar a la próxima fase del torneo.
Está undécimo, con seis equipos por arriba para meterse en el lote de los cuatro que entrarán a la próxima instancia en cuatro fechas más, cuando termine el torneo. Es cierto que a sólo tres puntos, pero queda poco y el pase está en zona de riesgo, en medio de un rendimiento futbolístico que se viene cayendo a pique fecha a fecha.
Pero, paradójicamente, acaba de conseguir uno de sus objetivos principales para esta temporada: ser internacional. Se aseguró jugar la próxima edición de la Copa Sudamericana, pero es un premio consuelo y menor si se tiene en cuenta que la meta principal es clasificar a la Copa Libertadores 2024.
Un objetivo que comienza a peligrar, porque los malos resultados a partir de un funcionamiento futbolístico deficitario –lo más preocupante- derivaron en que ahora Defensa y Justicia, a falta de 12 puntos en disputa en el torneo, haya quedado a cinco de distancia en la tabla anual y le respire en la nuca.
Por esa tabla, accederán a la Libertadores del año próximo los tres primeros. Talleres está segundo con 62 puntos, pero tiene cerca al Halcón, el tercero, con 57, que le viene dando una mano porque sus últimos resultados no lo vienen ayudando para escalar más. Pero es una situación que puede cambiar en lo que resta del torneo y terminar complicándolo.
Los buenos resultados llegarán de la mano de una mejoría ostensible en su producción futbolística, que se demora en llegar y sigue poniendo en tela de juicio a su entrenador, Javier Gandolfi, cuyo principal sostén es que el equipo siga manteniéndose en zona de clasificación a la Libertadores. No puede seguir dependiendo de los resultados ajenos.
Andrés Fassi, debe seguir apoyándolo porque aún en medio de tanta irregularidad futbolística y bajón, de haber sido eliminado de la Copa Argentina en cuartos de final, el equipo sigue consiguiendo el objetivo mayor y el que el presidente del club le planteó cuando lo pasó de interino a entrenador definitivo del plantel, a fines del año pasado.
Fassi, por ahora, es preso de sus palabras y de su compromiso con “Cobija”, pero lo está midiendo y calibrando en el día a día y partido a partido. Y es de respetar la continuidad de los entrenadores hasta el fin de cada temporada, salvo que la situación se torne insostenible, que el DT no obtenga respuestas de sus dirigidos en la cancha o una catástrofe en materia de resultados lo deje antes afuera del objetivo principal, entrar a la Libertadores 2024.
Además, Fassi también es consciente de que no le terminó conformando el plantel de jerarquía e igualmente competitivo que el que tuvo en el torneo anterior y que lo llevó al subcampeonato y a pelear el título. No puede despojarse de esa realidad, como el principal y último responsable de todo lo que pasa en Talleres.
Pruebas al canto: contra Atlético el equipo terminó jugando con varios juveniles y futbolistas de la reserva, todo un mensaje para el máximo dirigente del club, por aquello de que no dispone de dos jugadores por puesto, algo que remarcó tras los encuentros contra River y Arsenal.
A buen entendedor, pocas palabras.

Señales de alerta

Frente a Atlético, en Tucumán, en un partido que, hay que reconocer, el equipo no mereció perder y mejoró algo respecto de lo que mostró contra Arsenal, Gandolfi dio por primera vez muestras de cierto descontrol emocional que no lo favorece.
Lo expulsaron por protestar los fallos del árbitro, cuando su impronta habitual es “aguantarse” hasta los yerros más perjudiciales de los jueces y mantener la calma. Le costó manejar la calentura y lo mejor que pudo haberle pasado es no haberse visto obligado a participar de la conferencia posterior el partido, para no decir algo inconveniente y de lo que después pudiera arrepentirse.
Ya en la rueda de prensa posterior al pálido empate contra Arsenal se había mostrado nervioso y con poca paciencia para afrontar un contrapunto de interpretación futbolística con un colega, Marcos Torrejón, quien le preguntó con respeto y tras la invitación del entrenador a los periodistas a abrir el diálogo a algo más que a una simple pregunta de ocasión.
El entrenador es el primero que debe mantener la calma y más si la mano viene cambiada. Debe transmitirle esa tranquilidad a sus jugadores y al grupo, aún en los momento más calientes y en el que las pulsaciones están “a mil”. Más que una obligación, es una necesidad.
Y Fassi también está atento a ese tipo de “detalles”, que suelen esconder situaciones de contexto más importantes que una simple “salida de cadena” por un penal que no se cobró o una falta que mereció una expulsión.